Teoría del amor II: El pololo amurrao

El sábado pasado conocí a un pololo muy amurrado de una niña, o sea, lo conocía de antes, pero ese día lo vi en acción. El pololo amurrao es de lo peor y la mayoría de la gente que está presente cuando se amurra, cree lo mismo. Los primeros síntomas son que comienza a estar extrañamente silencioso y no participa de la conversación. El segundo síntoma es que se aleja del lugar físico, se aparta, mira hacia el exterior y se muestra reflexivo ante toda la algarabía. De ahí para adelante, lo que comienza a suceder es un llamado de atención a los que están reunidos, se preocupan, no se sabe lo que le pasa y caemos en su trampa: nos acercamos a preguntarle, le insistimos en que nos cuente, nuevamente hemos caído en su trampa: sólo quiere llamar nuestra atención. Yo tuve dos pololos así, pero nunca alcancé a comprender el plan, caí muchas veces en el consuelo, en dejar la fiesta y preferir comprenderlo, pero esta vez, me di cuenta que es toda una artimaña, lo más probable es que el pololo amurrao se sienta incómodo porque la polola comparte más con sus amigas que con él, o quizás la polola está sentada lejos de él y no la tiene bajo control. Quizás fue una mala palabra que la polola le dijo antes de entrar al carrete, para que éste decidiera amurrarse por toda la noche. No sé, la verdad, es que sólo se que si me llega a tocar de nuevo un pololo amurrao, tendrá que amurrarse sólo y largarse porque no se la creeré. 

(antes me tincaba que el pololo amurrao era medio especial, así como místico que no le gusta carretear y gueas así)

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